Así tituló el 4 de octubre de 2018 el diario “La Voz de Galicia” en su contraportada un artículo firmado por el periodista Xosé María Palacios Muruais sobre José Mario Cabo.
Con acierto escribe: “El empleo de acero, que no ha arrinconado del todo al hierro, parece la única concesión al avance de los tiempos en esta forja, cuyo responsable aprendió el oficio de su padre y en donde los cambios solo parecen responder al propósito de ofrecer la mayor calidad a los compradores”. y en tan sólo tres párrafos explica con suma precisión la elaboración de un cuchillo:
El trabajo empieza con el aplanado de las hojas que se acabarán convirtiendo en hoces o en cuchillos, operación que los ferreiros denominan espalmar. Luego viene el trabajo de cravuñar, que consiste en darles forma. A continuación viene el templado, del que este ferreiro advierte que es el paso más importante: explica que si no se logra el punto adecuado de poco vale que la pieza esté bien elaborada.
Colocar el mango es la siguiente tarea: este ferreiro usa madera de boj -que viene de Navarra, dice-, de álamo o de abedul. Con el afilado, por último, la pieza ya queda lista.
Continúa el corresponsal de ‘La Voz’ con su mirada curiosa escudriñando en este oficio:
Carbón mineral, que viene de Asturias en sacos de 40 kilos, o vegetal, que elaboran carboeiros de la zona oriental de Lugo, es el combustible utilizado. Todas esas operaciones y esos cuidados son imprescindibles para una actividad que puede suponer una producción diaria de unos 18 cuchillos o de unas 25 hoces: esas dos clases de utensilios son los que salen de su taller, en el que, en cambio, apenas fabrica navajas.
No puede faltar el testimonio directo del entrevistado: José Mario Cabo está convencido de que «un fouciño é imprescindible nunha casa» para afrontar con garantías trabajos como «atopar uns marcos» o «preparar un horto».
«O que me gusta é ver empezar as pezas e velas rematadas, sentir que levas unha peza ben feita», dice. «Cantos traballiños levamos pasado», asegura. El artículo se adorna con una magnífica fotografía de Alberto López. Ciertamente este tipo de trabajo periodístico es el que a veces echamos en falta en los periódicos gallegos. El cuidar por viejos oficios ya casi olvidados de nuestra tierra y dejarse un poco de tantas declaraciones sin fuste de políticos que poco aportan al bien común y sí mucho al bien propio.